El BMW X4 es un X6 en pequeño. Con su tracción total, motor de seis cilindros en línea y 258 CV, cambio automático de 8 velocidades y comportamiento sobresaliente, es patrimonio de los que disfrutan conduciendo, pues produce tantas satisfacciones como virtudes tiene, que son muchas. Desde 60.400 euros.
La Torre de Hércules es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y razones no le faltan, pues es el único faro romano (construido en el Siglo I), además del más antiguo en funcionamiento del mundo, añadiendo lo que asegura todo el que lo ve: que es un espectáculo. No es mi intención comparar el X4 con semejante bien que custodia la bella ciudad de A Coruña, pero utilizo la metáfora en el titular para significar que las virtudes que atesora el BMW son tantas que sin duda hacen que su propietario lo catalogue como patrimonio propio del que sentirse orgulloso. Si hay coches que tan sólo te desplazan, sin más emociones, el X4, además de hacerlo, encandila.
Todoterreno diferente
El X4 es un todoterreno a imagen y semejanza del X6, pero 30 centímetros más corto que su hermano mayor. Para referenciar sus hechuras, guarda las medidas del X3 (utiliza su plataforma), aunque es algo más bajo. Estéticamente es muy bonito, pues su concepto de todocamino choca con la forma de cupé que tiene, con un perfil muy afilado debido a la caída de la parte trasera. Tan peculiar diseño concita muchas miradas, pues es realmente atractivo.
El interior también es un espectáculo. Elegante y distinguido, el habitáculo del X4 es muy acogedor. Tiene capacidad para cinco plazas y 500 litros de maletero (50 menos que el X3). El puesto de conducción es excelente (un poco más bajo que el de su hermano mayor citado), con un asiento deportivo con todo tipo de reglajes (incluso lumbar) de buena sujeción y cómodo. También el volante se regula en altura y profundidad. El cuadro es limpio y claro. En el centro del salpicadero, y al igual que en otros modelos de la marca, la pantalla del navegador, en el que podemos ver otras muchas informaciones del coche.
Las plazas traseras, aunque para tres, son realmente para dos pasajeros. A pesar de la caída del techo y la luna, acepta bien a ocupantes de 1,80 metros, si bien el acceso y salida del coche les obliga a inclinar la cabeza más de la cuenta para no darse con el arco de la puerta. El resto de medidas, espacio para las piernas y hombros, son las mismas que las del X3.
La línea cupé se sufre en la visibilidad trasera, pues la luna se achica, notándolo, sobre todo, en las maniobras de aparcamiento, carencia que se soluciona en parte con la cámara posterior, cuyas imágenes visionamos en la pantalla central, opción que cuesta 497 euros.
En definitiva, cuatro personas viajan confortablemente en el X4, aguantando los kilómetros sin queja, aunque no podrán agarrarse de los asideros, porque, incomprensiblemente, no hay.
Motor y comportamiento deliciosos
Conducir el BMW X4 es un auténtico placer. Su motor turbodiésel de inyección directa por conducto común de 258 CV y par máximo de 560 Nm a 1.500/3.000 rpm, es suave y silencioso, respondiendo, no obstante, de inmediato al pisarle. A pesar de sus 1.895 kilos de peso (60 menos que el Porsche Macan S de igual potencia, su rival más significado), acelera de 0 a 100 km/h en sólo 5,8 segundos y su velocidad máxima es de 234 km/h. Con esta potencia y cifras, su consumo oficial es casi un milagro: 6,5 l/100 km en ciudad y 5,9 litros el medio, con unas emisiones de CO2 de 156 g/km. Sin embargo, en los más de mil kilómetros que le hicimos no conseguimos esas cifras, pues no bajó de 7,5 l/100 km, aunque no deja de ser un consumo moderado tratándose de un coche de este porte.
Cuenta, además, con tres modos de conducción (Eco Pro, Sport y Sport+), que seleccionamos desde el mando situado junto a la palanca de cambios. El primero de ellos es el que más mira por nuestro bolsillo, mientras que los dos últimos aumentan la respuesta del motor y del cambio automático de ocho velocidades, ofreciendo mayor rapidez.
En curvas, el X4 es un ejemplo de conducción deportiva. Con una suspensión perfectamente puesta a punto, un aplomo encomiable y una estabilidad sorprendente, el BMW tiene un paso por curva elevado, no perdiendo la compostura en tramos zigzagueantes, pues apenas balancea en los cambios rápidos de dirección. También los frenos son igualmente efectivos. Y todo ello sin que sus ocupantes pierdan estar confort, que es realmente elevado.
Un coche que deja huella
Digamos que el BMW X4 es de esos coches que deseas conducir y cuando lo
haces no quieres bajarte de él. Estéticamente es atractivo, distinto y
resultón. El interior tiene el empaque típico de los BMW, con una superficie acristalada menor que la del X3, pero que puede ampliarse con un techo eléctrico practicable de grandes dimensiones (opción que también dispone el otro).
Tiene un comportamiento magnífico, tanto en curvas, como en rectas, y el motor es de lo mejorcito que hay en el mercado. Suave, progresivo y silencioso, responde de inmediato al pisarle. Por otra parte, el cambio automático secuencial de 8 velocidades, con levas en el volante, es una gozada. Preciso y dinámico, le saca todos las virtudes, que son muchas al X4 un modelo a tener en cuenta por todos aquellos que buscan un coche de tracción total, diferente y eficaz que deja huella en quienes disfrutan conduciendo.
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