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Classic and Legends en Motorland, una mirada al pasado

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Al entrar en el circuito de Motorland para asistir al Classic and Legends, lo primero que te viene a la mente es que hay otro mundo del motor además del que vemos por las televisiones en los campeonatos más conocidos.

Es un ambiente familiar, de historia viva y de amor por cualquier vehículo de los de antes. Se percibe al ver a pilotos, mecánicos y sus familias completamente volcados en sus competiciones, como auténticos profesionales, pero durmiendo en sus caravanas e incluso tiendas de campaña montadas en los boxes o en sus proximidades. Cuidan de sus monturas ellos mismos, dentro de sus carpas, junto a las mesas con caballetes en las que comen, preparan sus motores o cuelgan sus monos, la mayoría de ellos sin marcas ni patrocinios. Monos rozados y con la piel levantada de tanto inclinar y tocar la pista.

La mayoría de los pilotos tienen una cierta edad, sus canas y, porque no decirlo, algunos kilos de más, no les impide salir y correr, tumbar, rozar el asfalto y tomarse sus respectivas competiciones muy, muy en serio y disfrutar al máximo.

Al entrar hay una gran carpa, el Auto Clasic, donde se pueden ver colecciones impresionantes, la de motos deportivas de la Colección Magriñá, donde encontramos, entre otras maravillas, la Bultaco de Ricardo Tormo, con el nº 1, piloto que dio nombre a nuestro circuito valenciano. Exposiciones de motos clásicas del Classic Motor Club Dénia, y la colección de vehículos de época de rallyes de la colección Nou Onze Team. En la carpa se puede comprar casi cualquier pieza de cualquier moto o coche para restaurar,  revistas especializadas, miniaturas, libros y accesorios, cualquier aficionado a la restauración tiene en este sitio un lugar para perderse durante horas.

Entre los coches clásicos encontramos desde un  Renault 5, un Dyane 6 y la colección de 600, que nos traen a la memoria esos primeros viajes por nuestras carreteras.

Y luego empieza el festival del motor

Los sidecars, con sus diseños divertidos y colores, saliendo a toda velocidad por el pit lane con los pilotos a los mandos y sus copilotos desafiando la ley de la gravedad en cada curva. Muchos de ellos son chicas, y sus monos, quemados y hechos jirones, son la prueba de su valor, viéndolos girar en la primera curva del circuito y casi percibimos las sonrisas bajo los cascos.

Luego empiezan las tandas de motos clásicas, el Pro Classic. Es toda una experiencia comparar el paso por curva de las clásicas con otras categorías, su frenada y trazada. En esta tanda fuimos testigos de la pérdida de aceite de una de las motos, originando de inmediato la caída de varias motos, evacuando a uno de los pilotos al hospital por precaución, al tiempo que se realizaban las correspondientes tareas de limpieza de pista.

Los horarios son muy ajustados, pasando de las clásicas al Classic and Legends. Esta prueba, organizada por V-Line, permite a los coches clásicos competir en pista, entre ellos un BMW M3 2.3 de 1990; un BMW E30 325 de 1986; dos Porche, un 911 y 924 turbo; un Lotus Elan S1 de 1964; un Renault 5 GT Turbo; Garbí GTS de 1989 y un Volkswagen Golf GTI de 1988, además del precioso Detomaso Pantera 1974 de Luis Villalba, que tuvo un percance en la pista al engancharse en una curva con uno de los BMW, sufriendo daños. Más tarde nos contaría en su box su preocupación por que la dirección no estuviese dañada. Es una auténtica maravilla, de hecho todos lo son.

Al acabar, sigue el espectáculo con los entrenamientos de las European Classic Series que más tarde tendrán la prueba estrella, la carrera de resistencia nocturna por equipos. Las categorías son: Maxi-Classic; Classic 1000; 750, y 750 TT.

Pasear por los boxes es una fiesta para los amantes de las motos, piezas con historia propia. Vemos a Carlos Maurel campeón de Europa de 250 cc en 1992 delante de la moto con su nombre.

Tras nuevas exhibiciones de coches y sidecars, a las 16:30 horas empieza la Race European Classic Series. Cada moto con sus dos pilotos, con los brazaletes rojo y amarillo, que van a hacer turnos de una media hora cada uno. Un reglamento estricto, que obliga a que cada moto tenga asignado un comisario durante las cuatro horas de competición y que controlará cada parada, cada acción, aplicando penalizaciones y contando los tiempos y las vueltas.

Carrera que empieza de pie, motos alineadas en el muro de la recta de salida, pilotos que se sitúan enfrente y corren a por sus motos a la señal del comisario, arrancan y dan una primera vuelta al circuito para posicionarse. Entramos con ellos a la pista y vemos la tensión que se genera.

Cuatro horas, cayendo la noche y el frío sobre el circuito. En la oscuridad solo los focos de las motos, completamente a oscuras, permiten distinguir el paso por la recta de meta. Nos parece muy duro mantener la tensión y la concentración en tantas vueltas y sin nada de luz. Y empieza la diversión en el pit lane, paradas para repostajes, bidón de gasolina, linternas, una persona del equipo con extintor… La moto debe estar parada y sobre su caballete, con una persona de apoyo y junto a ellos, vigilante de que se cumpla todo, el comisario.

El ganador 4 Sweatshop Phase One con la Suzuki F1, que da un total de 108 vueltas, mientras que último no pasó de la vuelta 79. Honda, Kawasaki, Ducati y especial mención para nuestros amigos del nº 69, DD Moto Team, que nos permitieron en todo momento estar con ellos disfrutando la carrera desde dentro.

Al acabar, motos en el parque cerrado, con la goma de sus ruedas ya en las últimas y entrega de trofeos; ya es noche cerrada y empieza un concierto con música de los 50 a cargo de Mario Olivo. No hay público, disfrutan de la música los miembros de los equipos y sus familias.

Llegamos al circuito sobre las 9:30 de la mañana, salimos a las 23:00 horas, después de disfrutar de un día de motor diferente, sin tensiones, sin una mala cara, con gente muy amable que está encantada de que fotografiemos sus tesoros, que nos miran con una sonrisa cuando nos quedamos un buen rato observando cada detalle de esas motos y que nos explican cómo unos leds infantiles de un juego servirán para distinguir sus motos cuando caiga la noche.

Una experiencia para repetir, sin duda.

Silvia González

Etiquetas: motorland

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