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“Destino Vaticano”, los 2.000 km en moto de KM Solidarity para llevarle al Papa Francisco el casco BMW que bendijo

“El Papa Francisco se acercó con su sonrisa permanente hasta los padres Ángel y Carlos y el presidente de Km Solidarity, Eduardo San Vicente, que sujetaba el casco BMW personalizado por Efra, de Ufo Garage”. Así se inicia el artículo de José Mª Alegre, director de QuintaMarcha.com, publicado en la News BMW Riders, de la que es su coordinador, que reproducimos por su interés. 

San Vicente le tendió la mano, que el Papa estrechó, mientras le decía: “Santo Padre, este casco ha viajado desde España a Roma y continuará su viaje hasta Jordania para dar visibilidad a los refugiados”. Entonces, Francisco levantó su mano derecha y bendijo el casco BMW que había peregrinado los 2.000 kilómetros que hay entre Logroño y la plaza de San Pedro para encontrarse con el máximo representante de la Iglesia católica, además de Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, Jorge Mario Bergoglio.

“Destino Vaticano 2019”, la ambiciosa empresa que había pergeñado San Vicente, junto con los tres socios de Km Solidarity, y en la que tantos estaban implicados para que la aventura llegara a buen puerto, BMW Motorrad España la primera de ellas, había sido un éxito.

Secuencia fotográfica de José M Alegre de la bendición Papal del casco BMW: El Papa Francisco, rodeado por miembros de seguridad, se acerca sonriente al Padre Ángel (cabello blanco) y a Eduardo San Vicente, que tiene el casco en su mano izquierda, al que se dirige. Éste, mientras le tiende la mano, que Francisco estrecha, se dirige a él explicándole el motivo del viaje. El Papa bendice a continuación el casco BMW (su cara queda tapada por la mano de Eduardo). Acabada la bendición, el Papa Francisco prosigue su marcha saludando al resto de personas invitadas a la audiencia.

Tres F 800 GS, una G 310 GS, una R 1200 GS ADV y una R 1250 GS

Km Solidarity es una asociación que realiza acciones solidarias en beneficio de las personas que han tenido menos suerte que ellos, según reza uno de sus lemas no escritos, acciones que llevan a cabo siempre en moto, en concreto en BMW’s F 800 GS y a las que se ha unido, desde hace poco, una G 310 GS. El proyecto más ambicioso hasta la fecha ha sido “Destino Vaticano 2019”, conseguir que el Papa Francisco bendijera el casco BMW, personalizado por Efra, en favor del programa de refugiados de Mensajeros de la Paz del Padre Ángel en Jordania. Tras meses de intensas gestiones, la iniciativa se llevó a cabo, consiguiendo que el Santo Padre recibiera en audiencia a los miembros de Km Solidarity, consagrando el casco en la plaza de San Pedro con la petición de que lo lleven al campo de refugiados que acoge la ONG del mediático sacerdote en el país asiático y lo vean las personas allí acogidas, centro que dirige el Padre Carlos.

Como las acciones solidarias de Km Solidarity se realizan en moto, su presidente, Eduardo San Vicente (el que aglutina a todos por su arrolladora simpatía y don de gentes, además de tener una cabeza en permanente tormenta de ideas), y los tres fundadores, Jesús Vicario (socarrón, contador de múltiples anécdotas que tiene a todos pendientes de él), Ismael Santamaría (persona leal de justas palabras y grandes hechos) y Pablo Sáenz (merece comentario aparte que el lector encontrará más adelante), se subieron a las F 800 GS y a la G 310 GS, poniendo rumbo a Roma. Fueron dos mil kilómetros en cuatro etapas: Logroño (la asociación tiene su sede en la capital riojana) – Toulouse; la siguiente fue Toulouse – Cannes, para saltar al día siguiente del ‘glamour’ de la Costa Azul a la belleza serena de Florencia (tercera etapa), culminando la travesía en Roma el lunes.

Todo viaje tiene sus dificultades y, en este caso, fue la climatología la que puso a prueba la expedición, que contaba con un ‘road leader’ de excepción, Alfonso Gordon (protagonista de la Ruta del Agua), con su G 1200 GS Adventure, más el arriba firmante, que tenía como misión plasmar en este artículo cuanto vi y conviví con esta buena gente, además de dejar constancia en vídeo de todo ello, haciendo la travesía sobre la espectacular R 1250 GS, ¡qué gozada! Tras las motos, un vehículo de apoyo daba cobertura a los ‘riders’, llevando además alimentos que se entregaron en la fundación Don Bosco de Génova, que acoge a migrantes que huyen de las guerras de oriente, y en la Limosnería del Vaticano, desde donde se reparte comida a los más necesitados.

Volviendo a la climatología, no fue el mal tiempo el que puso a prueba a los expedicionarios, sino una sofocante ola de calor que azotó Francia e Italia (también España), con temperaturas que rebasaban los 30 grados, llegando a los 37 en Roma. Pero la moral de los ‘riders’era alta, así como la convicción en sus propósitos, por lo que el “excelente” tiempo no doblegó su férrea voluntad. Así, con el apoyo de BMW Motorrad España y de varias firmas más, esta gente de férreos ideales se echó a la carretera. Antes, el día anterior, organizaron una presentación para amigos, familiares y patrocinadores en El Calado de Logroño para dar cuenta de los pormenores de “Destino Vaticano 2019”, brindando por el éxito del mismo con un vino español.

Ilusión y temores

A primera hora nos citamos en un punto de la capital riojana. El día no reflejaba la ilusión de todos los expedicionarios, pues amaneció de un gris plomizo. De hecho, la jornada anterior había llegado yo a Logroño desde Madrid, cerca de 400 kilómetros, con la siempre fiable, segura y divertida R 1250 GS, con gotas de lluvia de concurso, de esas que con una que te caiga encima estás empapado, suerte que eso fue al final del trayecto y no hubo “naufragio”.

En la salida, las familias de los ‘riders’despidiéndoles con banderas españolas, con gozo, pero también con el temor de ver a los suyos emprender una aventura con más kilómetros que experiencia al manillar, alguno de ellos, como Pablo, con poco más de mil kilómetros en su G 310 GS y una “sequía” motera de decenas de años, gesta que engrandece a este personaje de gesto circunspecto, palabra no falta de ingenio y corazón enorme, como el resto de sus ‘compas’. Poco sabía entonces la familia de estos osados ‘riders’que aquellos a los que despedían no son gente de locuras sobre dos ruedas, pues de su prudencia y buen juicio llevando sus monturas fui testigo durante más de dos mil kilómetros.

Alfonso Gordon se ofreció a ser el ‘road leader’, sabia decisión, pues este reconocido viajero se maneja con el navegador con casi tanta destreza y eficacia como pilotando su moto, virtudes ambas que bien demostró todo el camino. Tras él, las cuatro motos, y la mía. Yo era el verso suelto, pues iba variando mi posición en el grupo dependiendo de las necesidades que tuviera para la grabación del vídeo que se me había encargado y del que saldrá un documental coordinado por Rafael Diéguez. Con una GoPro, apéndice del casco System 7 Carbon (que estrenaba en este viaje y que me gustó mucho más que el anterior modelo BMW), un casco divino, y la cámara “gorda” (que exige poner pie a tierra, como es obvio, y que guardaba en la bolsa sobre-depósito Touratech y que me fue de maravilla), ahora estaba detrás, luego en medio o delante o bien me iba a toda prisa ganando kilómetros para grabar, cámara en mano, el paso de la comitiva. Y cuando no, los hacía parar para hacer una toma rodando aquí o allá, santa paciencia la suya que agradezco.

Etapa 1: Logroño-Toulouse

La primera parada no fue muy lejana: cursar visita a Carlos Escribano, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, ya de salida. Tipo cercano y campechano, el religioso dio su bendición al grupo, no sin antes estampar su rúbrica en el libro de firmas de “Destino Vaticano 2019”.

La segunda parada fue para visitar Autoberón, Concesionario Oficial BMW Motorrad en La Rioja, siendo recibidos por Jesús Cabrero y Luis Ángel Duval, Gerente y responsable Comercial, respectivamente, que también dejaron constancia de nuestro paso en el libro de firmas, además de mostrar su generosidad.

¡Y de ahí a la aventura! “Destino Vaticano 2019” estaba en marcha. Por delante restaban 475 kilómetros hasta llegar a la población francesa de Toulouse, final de la primera etapa, pasando por Roncesvalles, detalle de la peña con este periodista (y quien le aguanta) para rememorar el inicio de mi Camino de Santiago, en octubre pasado, gesto que pone de relieve su bonhomía. Fue en la localidad navarra, allí donde los peregrinos (y bicigrinos, mi caso) inician el camino con meta en la ciudad gallega, con 800 kilómetros por delante, donde nos detuvimos para comer. Así se había decidido desde el principio, los almuerzos serían frugales, a pie de carretera, y el alojamiento en campings, para que los gastos fueran comedidos, pues el coste de “Destino Vaticano 2019” corría a cargo del bolsillo de cada participante, como todas las acciones solidarias que llevan a cabo.

Un palé que había por allí sirvió de mesa, y de mantel un cartón donde depositar los fiambres que devoraríamos. Y José Rodríguez, gente buena que reconforta conocer, el encargado de alimentar a la “tropa”, además de ser el conductor del monovolumen que cubría la retaguardia del grupo, llevando las viandas y los alimentos no perecederos que se entregarían a instituciones de beneficencia en Génova y Roma. Entre risas por los comentarios divertidos, finalizó el primer ágape del viaje. Luego, un café en el bar del lugar, y a la carretera.

La niebla cubría el puerto de Roncesvalles, cerrándose a medida que avanzábamos hacia lo alto. El suelo estaba mojado y los cuatro ‘riders’, bien conducidos por Alfonso, se habrían camino entre la espesura. Yo, iba adelantándoles para grabar su paso en semejantes condiciones, divirtiéndome, no obstante, por el buen y aplomado rodar de la R 1250 GS. Además, mi traje nuevo Rallye me aislaba de la humedad y del fresquito que hacía, temperatura que en Francia y, sobre todo, en Italia, echaríamos de menos.

Con la niebla ya dispersada, pisamos suelo francés, entrando en San Juan de Pie de Puerto, coqueta localidad de poco menos de dos mil habitantes a pie de Pirineos por el otro lado donde muchos inician su peregrinaje a Santiago iniciándose allí el llamado “Camino Francés”.

Como el tiempo se nos echaba encima, se decidió llegar a Tolouse por autopista de pago para no conducir de noche. Las autopistas galas valen una leña, pero, sorprendente, están más concurridas que la Gran Vía madrileña o la Ramblas barcelonesas, seguramente porque en el país vecino no abundan las autovías libres de pago. Otro hecho sorprendente es la gran afición de los franceses a las áreas de servicio de esas autopistas, tanto es así que se van a pasar la tarde, incluso a acampar con sus autocaravanas, otra de las grandes devociones de los compatriotas de Macron. En alguna de las citadas nos detuvimos a repostar y lo pudimos comprobar, sobre todo al día siguiente, que era sábado. Yo no me imagino decirle a mi pareja, “venga, que nos vamos a echar la tarde al área de servicio de la R-2”, ¡la que se liaría!

Y sin mayores incidencias llegamos al camping los nueve que formábamos la expedición (he olvidado decir que los hijos de Gordon, Alfonso Jr, y de Ismael, David, formaban parte de ella. El primero, viajaba con su padre en la moto; el otro, en el coche con José en cumplimiento del “deseo” expreso de su madre (que en algún tramo del recorrido se saltó con la complicidad de su padre). Ellos dos también alegraron la vida del grupo, aunque ‘Jr’ pilló (en Italia) una de esas incidencias estomacales veraniegas nada inusuales en época estival y el baño era su estancia favorita, por lo que hubo que animarle a él.

Decía que los nueve nos alojamos en dos bungalows de madera que resultaron ser más acogedores de lo que creía, sentándonos a la mesa para cenar en torno a unas pizzas, supongo que para irnos habituando al destino de nuestro viaje. Y entre bocado y bocado, salió la jornada vivida, la ausencia de incidentes, el buen comportamiento de las BMW’s y las sensaciones sobre ellas en una etapa de tantos kilómetros de golpe.

Para el que está acostumbrado, 500 kilómetros son casi un aperitivo, pero para gente que llega a la moto después de tanto tiempo sin subirse a ella, esa distancia no es baladí. En esas circunstancias (incluso en las anteriores) era justo sentirse feliz y satisfecho por la buena respuesta de todos y de las motos, por supuesto.

Etapa 2: Toulouse-Cannes

Por la mañana, desayuno y a por las motos, “recordándoles” a los protagonistas nada más salir que yo estaba allí y que debían “pasar” por mi cámara de vídeo (igual exagero algo). Lo que no exagero son los muchos kilómetros que teníamos por delante en la segunda etapa (la más larga de las cuatro) hasta Cannes, cerca de 600 kilómetros. Era sábado y Gordon empezó a tirar, pero a velocidades legales -y no es retranca-, pues aparte de la prudencia que caracterizó al grupo durante todo el viaje, no era cuestión de coleccionar multas y en Francia los radares fijos no son fáciles de detectar, sobre todo en las carreteras secundarias, en donde aparecen sin avisar. Sorprende como muchas de esas carreteras tienen árboles junto a ellas y mientras en nuestro país los han ido eliminando por seguridad, en el país galo los mantienen. Una teoría cuenta que fue Napoleón el que ordenó plantarlos en los caminos para que sus tropas se desplazaran protegidos bajo la sombra. De ser cierta esta creencia, el pequeño gran hombre no calculó los más de treinta años que necesita un árbol para crecer y, por lo tanto, dar sombra. El caso es que esas carreteras bordeadas de árboles son una preciosidad, pero el peligro es evidente.

Tras circular por vías secundarias, el tiempo volvía a jugar en contra, decidiendo meternos en la autopista que esta vez, al ser sábado y final de la primera quincena vacacional, estaba abarrotada. Llegada la hora de la comida, decidimos comportarnos como buenos franceses y paramos en un área de servicio para almorzar nuestro fiambre de cada día (amén), en la que no cabía un alfiler. Por suerte encontramos una mesa bajo un árbol cuya sombra mitigó el calor que ya apretaba. Tras el embutido, al bar a tomar el café, de máquina, claro, porque no hay barra ni nada que se le parezca, allí todo es ‘sírvete tú o adiós’.

Por la tarde, el calor empezó a hacer mella, la anunciada ola de ídem no era coña y la temperatura subía y subía, pero la expedición está alta de moral y unos grados de más no la harán claudicar, sin embargo, no somos pocos los que recordamos Roncesvalles, incluso Toulouse, donde también descansamos. Sobre las 20:00 horas llegamos a Cannes, alojándonos en un hotelito ‘low cost’, pues en ciudad tan selecta y exclusiva no hay camping alguno por los alrededores.

Esa noche, una vez aseados y guapos (es un decir), nos fuimos a cenar al precioso pueblo de Mougins, situado en la montaña, ¡porque no sólo de embutido vive el hombre! La cosa no estuvo mal y el precio tampoco.

Etapa 3: Cannes-Florencia. El calor se desata

Por la mañana, el ronronear de los motores de las seis motos indica que una nueva etapa nos espera, la penúltima y que nos llevará a tierras italianas, con Florencia por destino, casi 500 kilómetros de ruta, parando en Génova para dejar alimentos en Don Bosco. Gordon imparte el ‘briefing’ mañanero antes de subir a las monturas.

Antes de partir, toca grabación en Cannes, centro turístico de la afamada Costa Azul, sitio bullicioso y divertido donde el dinero se mueve sobre ruedas. Por sus calles es habitual ver circular coches exclusivos, rompiéndote el cuello de tanto mirar a un lado y otro como si de un partido de tenis se tratara, un auténtico espectáculo.

Luego, tras hacer unas pasadas por el paseo donde se encuentra el‘Palais des Festivals’, sede del Festival de Cine de Cannes, junto al mar, ponemos rumbo a Génova. Como el reloj nos ha adelantado y debemos estar al mediodía en el Instituto Don Bosco para entregar parte de la carga que llevamos en el monovolumen, tomamos la autopista, llegando enseguida a Italia, pues son 78 kilómetros los que separan la ciudad gala de Ventimiglia, circulando a partir de entonces por una autopista más estrecha que la francesa, pero también más rápida, ya que los vehículos circulan a mayor velocidad. Y es que todo italiano lleva un piloto dentro.

Una vez en Génova, accedemos a la Institución fundada por el salesiano Don Bosco, un colegio donde, siguiendo las enseñanzas de su fundador, la de dar techo y alimento a los que no lo tienen, acogen a chavales refugiados y a otros de familias sin recursos y donde Km Solidarity entregó una carga de legumbres, uno de los motivos del viaje. La entrada de las BMW’s al colegio es todo un acontecimiento, los jóvenes rodean enseguida las motos y apenas pueden contener las ganas de subirse a ellas, haciéndolo de inmediato al ser invitados por los miembros de la ONG motera. Allí nos espera Montse Rubio, riojana con residencia en Italia desde hace muchos años y cuya simpatía y buen hacer ante las instituciones vaticanas en nombre de Km Solidarity, hizo que todo fuera más fácil. Al salir de Don Bosco, Montse y su hija Martina, se unen a la expedición, subiendo al coche de cola.

El reloj vuelve a adelantarnos y ponemos rumbo a Florencia sin más dilación, son 226 kilómetros y la anunciada ola de calor se muestra en todo su rigor. En la autopista nos detenemos en un área de servicio para “saborear” el fiambre que portamos y que ¡no se acaba! En Italia empezamos a tomar líquido como no lo habíamos hecho en todo el camino, hay que beber y beber para evitar la temida deshidratación.

La llegada al camping de Florencia (a las afueras de la capital, como la mayoría) es todo un acontecimiento. Los viajeros están cansados debido al calor, pero reina la satisfacción porque el final se acerca y todo está saliendo según lo planeado y eso se nota en los gestos y en los abrazos de cada final de cada etapa, que en esta son más prolongados. Los ‘riders’están cada vez más compenetrados con las BMW’s y éstas no muestran signo de debilidad alguno. Así que esta noche toca cenar bien, en el mismo camping, en bermudas y chanclas, con unas ‘birras’ para brindar por el buen camino, y luego a descansar en los bungalows, ¡que cada vez me gustan más! (el viaje me está transformando).

Etapa 4: Florencia-Roma. El accidente

Por la mañana, ya en pie y con el primer ‘cappuccino’ del día en el estómago, todos están preparados para afrontar los últimos 300 kilómetros (alguno menos) hasta Roma, el destino final.

Alexander von Scheidt, Director de BMW Motorrad España, junto a Efra, de Ufo Garage, autor de la personalización del casco BMW que sujeta el Padre Carlos. Detrás de ellos, Eduardo San Vicente, y el Padre Ángel en primer plano.

Así que nos ponemos en marcha, yendo hacia la capital de la Toscana, la bella Florencia, a escasos kilómetros del camping, para grabar con el ‘Ponte Vecchio’ de fondo. Cumplido el rodaje, ponemos rumbo a la capital italiana por las carreteras que nos conducen por la seductora Toscana, una de las veinte regiones que conforman la República de Italia, tal vez la más bella, tal vez la más romántica, si bien el verano, con el calor que azotaba sin compasión, no es la mejor época para visitarla.

Las carreteras por las que circulamos son una delicia, plagaditas de curvas y como debo hacer varias tomas del grupo circulando por ellas, tengo que ir ligero para superarles y aguardar su paso con la Canon en las manos. Ello me permite poner a prueba la R 1250 GS, que se mueve con agilidad y seguridad por el serpenteado trazado, dándome mucha confianza y disfrutando de su conducción.

Las horas pasan volando y toca comer, ¿embutido? ¡Sí, todavía quedan existencias! Nos desviamos por una estrecha carretera, deteniéndonos en la entrada de una finca cuyo camino de tierra está bordeado por cipreses de tamaño monumental y elegante porte y es allí donde se produce el accidente. Decidimos que el dron de Alfonso plasme las motos rodando en tan precioso escenario y cuando ya está a punto de acabar la grabación, el artilugio cae desde una altura de 25 metros al enredarse en un árbol que su “piloto” no ve. El dron no se salva de la caída (ni su integridad, “falleciendo en el acto”), pero sí las imágenes, que son espectaculares.

La tarde tiñe de rojo escarlata el paisaje y hay prisa por llegar, las familias que les despidieron en Logroño les están esperando, no quieren perderse un acto tan deseado como el anunciado en la plaza de San Pedro por el que sus seres queridos se han metido dos mil kilómetros en sus posaderas para conseguirlo llevando el casco BMW que el Papa bendecirá.

¡Roma! Las seis BMW’s entran en el camping, los ‘riders’levantan los brazos, se escucha algún grito de alegría y cuando todos se bajan de las motos, los abrazos son más abrazos que nunca, la felicidad se refleja en la cara de todos, también el cansancio, el calor es asfixiante y hace mella en los ‘riders’. El viaje tantos meses esperado, ha concluido. Ahora queda sellarlo en la plaza de San Pedro, el motivo de “Destino Vaticano 2019”.

La mañana del martes hay que entregar la otra carga de alimentos en la Limosnería Vaticana, el principal brazo benéfico de la Santa Sede. Montse hizo las gestiones ante el arzobispo Konrad Krajewski, el ‘limosnero’ del Papa Francisco, al que llama cuando ya estamos en el interior de la Ciudad del Vaticano, bajando a recibirla. Y este hombre, futuro papable, es el primero en cargar los paquetes de legumbres que servirán para dar de comer a los desheredados.

Alexander von Scheidt, Director de BMW Motorrad España, junto a Alfonso Dastis, Embajador de España en Italia, y David Canosa, Marketing Manager de BMW Motorrad España.

Luego, cumplida la obligación, la que mueve a los miembros de ‘Km’, ayudar a quien lo necesita sin pedir ni esperar nada a cambio (haciéndolo en moto, otra de las “rarezas” de esta buena gente), toca la devoción: paseíto por Roma para disfrutarla y fotografiarla. La capital romana sigue tan bella como siempre, al igual que su decadencia, que es crónica, como el resto del país. Pero pasearla es un chute de belleza, de encanto y atractivo que lejos de cansar produce adicción. Y si además tienes la suerte de encontrar mesa en una de las terrazas del ‘Trastevere’ y pides un plato de cualquier pasta, saboreándola con una copa de vino rosado del país, entonces ves a Dios.

Por la tarde, recepción informal en el camping para disfrutar junto a los héroes de “Destino Vaticano 2019” de la presencia del Padre Ángel y del Padre Carlos, el primero de Mensajeros de la Paz y el segundo, responsable del campo de refugiados que la ONG del sacerdote de la calle Hortaleza tiene en Jordania, como reflejo al principio. Tampoco faltaron Alexander von Scheidt y David Canosa, Director y Marketing Manager, respectivamente, de BMW Motorrad España, entre otros; tampoco faltó Efra, de Ufo Garage, artista encargado de personalizar el casco BMW que bendeciría el Papa al día siguiente. Incluso un periodista famoso, Fernando Jáuregui, se unió al grupo acompañando a los dos sacerdotes

El casco BMW en la plaza de San Pedro

El día de la audiencia tocó madrugón, a las 8 había que estar en la plaza de San Pedro y no fallamos. El jefede la Iglesia Católica apareció en el Papa móvil una hora y media después, tal como estaba previsto. Sin pantalla protectora en el vehículo, Francisco dio un par de vueltas entre los viales que forman las vallas que contienen al público que lo aclamaba sin cesar mientras el saludaba y besaba a los niños que le acercaban. La ceremonia, que duró poco menos de dos horas, estuvo marcada por un calor infernal, que el Santo Padre, a sus 82 años, aguanto estoicamente. Una vez finalizada, el Papa se acercó a donde estaban situados los padres Ángel y Carlos y San Vicente, ocurriendo la escena que explico al principio del artículo, la bendición del casco BMW por el Papa, tal y como reflejan mis fotos.

Y así, en un breve espacio de tiempo, en la plaza de San Pedro, tras meses de espera, múltiples conversaciones telefónicas y docenas de ‘emails’, infinitas gestiones realizadas por Eduardo (con la inestimable complicidad de Montse desde Italia), y el envío de la documentación de las personas asistentes a la audiencia papal con ¡ocho meses de antelación!, más cuatro días de viaje en moto, concluía el exitoso “Destino Vaticano 2019”. “Ha valido la pena”, me dice San Vicente. Sin duda.

Posteriormente, al éxito anterior se añadiría el acontecido en la Embajada de España en Italia, donde Alfonso Dastis, su titular, recibió al grupo con gran amabilidad y cordialidad, fotografiándose con el casco BMW bendecido por el Papa y rubricando su firma en el libro de ídem.

Con la recepción del Embajador, finalizaba “Destino Vaticano 2019” con todos los honores. La iniciativa de Km Solidarity para recaudar fondos para los más desfavorecidos, había sido un éxito.  ¿Cuál será la próxima acción de la solidaria ONG riojana? ¡“Destino Jordania 2020”! ¿Dónde hay que apuntarse, a pesar de la dieta del embutido?

 

Etiquetas: BMW-motomotorrad

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