Las distracciones son uno de los mayores peligros que podemos sufrir al volante. Por eso, BP, Castrol y el RACE se unen para estudiar las acciones más frecuentes que un automovilista realiza al ir conduciendo, llegando a la conclusión, entre otras, de que las nuevas tecnologías limitan nuestra atención a la carretera.
Concentrarse en la carretera es el principal seguro de un conductor para evitar sufrir un accidente. Las distracciones son uno de los mayores causantes de los mismos. Para conocer qué acciones manipulativas se realizan con más frecuencia al conducir, BP, Castrol y el RACE han llevado a cabo un estudio que recoge la percepción de más de 1.000 conductores representativos del universo de conductores españoles según sexo, edad y lugar de residencia. Un dato relevante es que, de media en cada trayecto, cada conductor realiza seis acciones que le suponen perder de vista la atención en la circulación.
A la pregunta sobre qué acciones pueden originar una distracción dentro del vehículo, el estudio confirma que existen las derivadas de llevar a cabo acciones tradicionales como por ejemplo buscar algo en la guantera.
Otras están más relacionadas con los dispositivos que podemos encontrar en los vehículos, que podríamos llamar “distracciones tecnológicas”, como por ejemplo manipular el navegador o la radio. Finalmente este estudio pone de manifiesto un nuevo modelo de distracciones, menos analizadas hasta ahora: las relacionadas con el desconocimiento de las funciones avanzadas que ofrecen los vehículos, como por ejemplo, el limitador de la velocidad, el control de velocidad o el sistema de alerta de cambio de carril, entre otras.
Aunque en los últimos años la información que recibe el conductor a través de los dispositivos a bordo ha mejorado en gran medida, existe mucho desconocimiento sobre las tecnologías que incorporan los vehículos más modernos, sistemas de interacción entre el conductor y el automóvil, que suponen una gran ayuda para evitar los accidentes de tráfico.
Los conductores españoles reconocen que, a diario, realizan determinadas acciones de forma habitual, y que van asociadas a una conducción normal, como usar el limpiaparabrisas o luces en un 97% de los casos; un 94 % sube y baja las ventanillas, el 89% regula el aire acondicionado, y el 88% manipula la radio, el mp3 o escucha CDs. Estas acciones, aunque son más frecuentes, implican un menor nivel de distracción.
Dentro de las acciones que declaran realizarse al conducir, existe un segundo tipo donde el nivel de distracción es mayor porque va aumentando el riesgo de no ir atento al tráfico. Por ejemplo, existe un 42% de conductores que regula los retrovisores mientras conduce, el 22% confiesa regular la posición del asiento o reposacabezas, y un 28% de los conductores reconoce que maneja el navegador/GPS mientras está en circulación.
Por último hay un tercer grupo de acciones que se realizan en menor medida pero implican una mayor distracción y por tanto un mayor nivel de riesgo. Nos referimos a un 4% de conductores que accede a internet desde el vehículo, al 14% que mientras conduce intenta sincronizar dispositivos con el vehículo, un 16% que busca objetos en la guantera o el 22% que usa el ordenador de a bordo.
Sobre las nuevas tecnologías, el 62% de los conductores encuestados consideran que le ayudan bastante en la conducción, y también les dan confianza en un 49% de los casos. Pero la falta de conocimiento que existe sobre el funcionamiento de estas tecnologías puede tener efectos negativos en la conducción, ya que un 6% llegan a asustarse por estos sistemas, a un 13% les estresa, a un 14% les crea incertidumbre y a un 25% les llega a distraer bastante o mucho.
Pero ¿qué nivel de conocimiento tienen los conductores sobre las nuevas funciones en los vehículos? Los resultados concluyen que existe un alto grado de desconocimiento entre los usuarios sobre las nuevas tecnologías. Las que más desconocen son el “Sistema de detección de la fatiga”, con el 51% de conductores que no saben qué es. Sorprende a su vez el desconocimiento existente -el 44% así lo afirma- sobre un sistema tan implantado como el ESP o Control Electrónico de Estabilidad.
Conocer la tecnología del vehículo ayuda a entender su funcionamiento. Pero no siempre es así. El estudio al que hacemos referencia afirma que el 86% de los conductores desconocen cómo se utiliza o qué hacer si entra en funcionamiento el sistema de detección de la fatiga, igual sucede con el sistema de alerta de choque inminente (82% no sabría cómo actuar), o con el sistema de alerta de cambio de carril (un 76%). Tres de cada cuatro automovilistas desconocen cómo funciona el sistema de detección de ángulos muertos y el 58% el ESP o Programa Electrónico de Estabilidad.
Respecto a la necesidad de formación sobre estos elementos, un 95% de los entrevistados considera “bastante necesario” recibir formación para conocer y manejar eficazmente las funciones que actualmente incorporan sus vehículos, una demanda que destaca sobre todo entre los conductores de edades más jóvenes.
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