Hasta que no alcanza la temperatura óptima de funcionamiento, el motor no debe subir mucho de vueltas. Evita los acelerones y cambia de marcha con prontitud si la mecánica está fría y evitarás futuras averías mecánicas.
Imagínate que tú, nada más empezar a correr y sin calentar previamente, realizas un sprint de 200 metros. Tu cuerpo (articulaciones, músculos, etc) sufriría más de la cuenta, ¿no? Pues lo mismo sucede con un motor. Cuando esté frío, es decir, cuando no haya alcanzado la temperatura óptima de funcionamiento, hay que evitar exprimirlo dando acelerones o apurando las marchas. Llévalo de forma tranquila y así evitarás futuras averías mecánicas. Si tu coche, como pasa más de la cuenta en los de última generación, no tiene un testigo con la temperatura del líquido refrigerante, espera cinco minutos para exigir al motor más rendimiento.
Y si vamos a parar el automóvil después de un largo viaje, déjalo al ralentí uno o dos minutos. Este consejo es muy recomendable para las mecánicas turboalimentadas.
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