El parabrisas laminado cumple cien años, desde que Henry Ford lo introdujo en sus modelos en los años 20 del siglo XX y que es, junto al cinturón de seguridad, el elemento de seguridad que más vidas ha salvado y lesiones ha evitado. Los parabrisas han evolucionado mucho, pero el concepto básico se mantiene inalterado, cumpliendo su función protectora.
Los primeros coches no disponían de parabrisas y sus conductores tenían que usar gafas para protegerse del viento, polvo y de las piedras que podían saltar de los caminos. A principios del Siglo XX, se comenzaron a introducir los primeros parabrisas, compuestos de dos hojas de cristal horizontales desplazables: cuando la mitad superior se ensuciaba, el conductor podía plegarla y seguir adelante. Oldsmobile fue la primera marca que incluyó el parabrisas como un elemento de serie en todos sus vehículos, en el año 1915.
Las ventajas que este elemento aportaba pronto se convirtieron en terribles inconvenientes. Con más coches en circulación también aumentaron los accidentes, en los que los cristales se rompían en mil pedazos. El conductor solía resultar herido por los fragmentos de cristal que salían despedidos, sufrir lesiones de gravedad tras atravesar el parabrisas de cabeza –generalizándose la expresión “un collar de cristal”– y por salir despedido del vehículo al sufrir un accidente.
Esta realidad, el miedo a subirse a un coche y la lluvia de demandas a los fabricantes de automóviles, hizo que se comenzara a trabajar en una solución a este problema. Ford ya ofrecía desde 1908 el parabrisas como opción en el Ford T y Henry Ford pronto se convence de que hay que fabricar cristales de automóvil más seguros; ya fuera por que varios amigos habían sufrido accidentes o por las demandas que comenzaba a recibir.
Un invento que nació por casualidad
Este invento comenzó a tener aplicaciones prácticas y el cristal laminado fue muy utilizado en las máscaras de gas durante la I Guerra Mundial, pero tardó en popularizarse en el mundo del automóvil por su elevado precio, complicada industrialización y porque la capa intermedia se decoloraba con el paso del tiempo y hacía que el cristal fuera menos traslúcido.
Conocedor de su existencia, Henry Ford le encargó a Clarence Avery, el “genio” mecánico de su empresa, que buscara la forma de hacer un cristal laminado resistente y barato. Junto al especialista Pilkington se creó un nuevo proceso de fabricación de vidrio mucho más resistente, que se produjo en la misma planta de River Rouge de Ford. A finales de 1919 empezaron a desarrollar cristales laminados para automóvil y en 1921 se comenzó a instalarlos en modelos de la marca, de forma opcional. El primer parabrisas laminado de serie lo montó un Rickenbacker en 1926.
Popularización del parabrisas laminado
Entre los años 30 y 50 del siglo pasado se utilizaron cristales laminados en todas las lunas del coche, excepto en la trasera. Sin embargo, a finales de la década de 1950, los fabricantes de automóviles buscaron una opción más barata y empezaron a utilizar vidrio templado para las ventanillas laterales y traseras. Muchos especialistas en seguridad sostienen que el vidrio templado no debería utilizarse en las ventanillas laterales, ya que no impiden que los pasajeros, o partes de su cuerpo, salgan del habitáculo en caso de colisiones laterales o vuelcos.
En los años 60 el público comenzó a interesarse más en la seguridad de los coches y la tecnología permitió desarrollar parabrisas laminados más resistentes. En esa época se creó en Estados Unidos la Administración Nacional de Seguridad Vial (NHTSA), que comenzó a establecer normas federales para la resistencia y claridad de los parabrisas laminados (FMVSS 205); la resistencia de retención del parabrisas durante los accidentes (FMVSS 212); la rigidez del techo en los accidentes de vuelco (FMVSS 216); y los límites de penetración del parabrisas (FMVSS 219). También en esos años se hizo obligatorio su uso en Europa.
Otras ventajas del parabrisas laminado
Mucho más importante, la lámina del parabrisas bloquea más del 90% de los rayos UV, lo que protege los ojos y la piel de los ocupantes de las plazas delanteras. La exposición a los rayos UV es acumulativa y está asociada al 90% de todos los cánceres de piel. Algunos parabrisas también ofrecen protección térmica al incorporar una lámina transparente de óxidos metálicos, que refleja la radiación infrarroja y traslada menos calor al habitáculo. Eso redunda en un menor uso del aire acondicionado y, por lo tanto, en una reducción de las emisiones contaminantes.
Por otro lado, los cristales laminados se pueden reparar. Carglass siempre recomienda, si es posible, reparar un parabrisas antes que sustituirlo. Un parabrisas reparado con la tecnología de Carglass recupera su resistencia original. Por otro lado, una reparación apenas tiene impacto en el medio ambiente: solo representa una huella de carbono de 4 kilos de CO2 y unos desechos de 0,002 kilos, mientras que en una sustitución estas cifras aumentan a 39,1 kilos de CO2 y 13,9 kilos de desechos.
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