En mi ‘corta’ vida, he estrenado seis Smart, siempre Fortwo Coupé. Como cada uno de ellos lo tengo durante 3 años, hace casi 16 (el último lo estrené el pasado agosto) que me desplazo en este pequeño-gran coche. Y estoy encantado. Ahora, he probado el nuevo y lo comparo con mi último Smart. He aquí mis impresiones.
El nuevo Smart es más coche que el anterior. La longitud es la misma que el mío, 2,70 metros, no así la altura, 2 cm más bajo (1,55 metros), ni la anchura, pues gana 10 cm (1,66 metros). Esto último, que en un principio puede ser un hándicap para realizar las maniobras de aparcamiento, queda prácticamente anulado por el sensacional diametro de giro que tiene el recién llegado. El casi ángulo recto que forma la rueda con la carrocería al girar a tope el volante, nos permite dar la vuelta o maniobrar en un ‘palmo’ de terreno, haciéndolo con una facilidad pasmosa. El mío carece de semejante virtud, al igual que los anteriores. También la batalla es más grande, 6 mm, siendo ahora de 1,87 metros. Este aumento de las medidas hace que el habitáculo sea más amplio que el modelo que reemplaza y se nota.
Con más empaque el actual
El exterior del nuevo Smart no pasa desapercibido, pues ha cambiado radicalmente. El actual tiene morro, cosa que no ocurría en la anterior generación, notándose su anchura, con los ejes delantero y trasero en iguales medidas (el mío es más estrecho delante, basta mirar las fotos para comprobarlo) . Y si la parte delantera, por su radical estética respecto al anterior, provoca sus más y sus menos (el sustituido, lateralmente, sigue siendo muy actual; en cambio, visto de frente, es menos apuesto que el sustituto, que, en líneas generales, tiene más empaque), la zaga unifica los gustos, pues con sus pilotos cuadrados y formas musculosas de agraciadas formas, auna criterios.
Si en mi Smart de la anterior generación el interior parece más recogido, más de sonrisa por su sencillez, el nuevo tiene un aspecto más de coche grande, con mayor robustez y presencia, en definitiva. Los materiales gozan de más calidad y se nota a la vista y al tacto. Los dos asientos parecen butacones, y siendo tan cómodos como los del anterior modelo, ahora sujetan mejor y son claramente más confortables. El del conductor tiene ajuste en altura, no así el del acompañante. También el volante, que es multifunción, lo tiene (antes no), pero no se ajusta en profundidad. Al igual que en el mío, el salpicadero y las puertas está forrados con un material textil cuyo color se puede combinar con el de la carrocería. Pero todo, repito, respira calidad.
Habitáculo mayor y maletero de 40 litros
La instrumentación es más completa que antes. El cuadro consta de un velocímetro y una pantalla de 3,5 pulgadas que muestra las informaciones del ordenador de a bordo (que no había en el mío ni en opción). Si se opta por el navegador, va en una pantalla de 7 pulgadas integrada en el salpicadero y utiliza el sistema Tom Tom. El reloj y el cuentavueltas están en una misma esfera y al contrario que en el anterior modelo, que eran dos, cada uno con su respectiva función y colocados en medio del salpicadero (ahora sustituidos por dos bocas de salida de aire que sobresalen en exceso), en el nuevo se ubica en el lado izquierdo. Sin duda me gustan más los mios, así como su disposición.
El maletero del actual es 40 litros más grande (260 litros, llegando a 360 retirando la bandeja). Pero en huecos para dejar objetos se ha perdido capacidad, con dos que se me antojan vitales para depositar lo que llevas en la mano nada más entrar (las llaves de casa, gafas de sol y el móvil, etc), ambos uno a cada lado del volante, y que ahora se han suprimido.
El acceso tan fácil y cómodo al Smart, con unas puertas grandes que se abaten mucho y altura correcta para no tener que doblar apenas el lomo para entrar, es igual de bueno, pues nada ha cambiado en este sentido. Lo que sí ha cambiado es el climatizador. Si en el mío está encima de la pantalla central, en el actual está en igual lugar pero abajo, debiendo alargar el brazo para llegar a él. Tiene una lupa corredera para apoyar nuestra vista en el número del valor de calor o frío que queremos poner, lo cual no resulta muy práctico, si bien su funcionamiento no tiene pega alguna.
Comportamiento más neutro y seguro
Otro de los avances del nuevo Smart se nota en su equipamiento, sobre todo en el concerniente a la seguridad, elementos de los que el mío carece. Uno de ellos es el control de velocidad, siempre práctico y necesario en carretera. Otro es la advertencia por riesgo de colisión y el de cambio involuntario de carril. Pero tal vez el más novedoso es el asistente de viento lateral, que partir de 80 km/h frena las ruedas laterales afectadas por el viento para evitar el cambio de trayectoria.
Donde más ha cambiado el nuevo Smart es, sin duda, en el comportamiento. Que conste que el mío me gusta, pues nada tiene que ver con los primeros que en curvas se iban de delante, eso en seco, no cuento cómo era su comportamiento en mojado. Pero yo siempre me he divertido mucho con ellos. A partir del segundo Smart, su conducta cambió a mejor. Ya no tiraba de morro, al menos como el primero, era más aplomado y, por lo tanto, más seguro. El nuevo me ha sorprendido, pues se comporta de forma más neutra, más fiable, afrontando las curvas con decisión y buena estabilidad. También la suspensión ha mejorado, absorbiendo mucho mejor las irregularidades (el mío es tan seco que mejor no llevar a quien sufra del lumbago, salvo que sea un familiar coñazo del que queramos desprendernos) y notando apenas las juntas de dilatación en el asfalto.
Cambio, ¿manual 0 automático?
El cambio de marchas manual de 5 velocidades (el automático de doble embrague y 6 velocidades todavía no lo he pillado), es muy suave, con buen guiado del selector y bien escalonado, pero yo no lo tendría, sencillamente porque carece de la practicidad del automático. Si hablas de este tema con un comercial de cualquier concesionario, te dirá que quien tiene un automático ya no quiere uno manual. Y así es. Pero en el caso de un coche urbano, el que nos ocupa, todavía más, pues cuando te pilla un atasco (en ciudad casi siempre), pones el modo automático y te olvidas. Si, por el contrario, quieres sentir el placer de conducir, accionas la palanca y cambias en modo secuencial o bien, como en mi caso, lo haces con las levas situadas en el volante. Y me gusta que el automático del nuevo (de doble embrague) tenga 6 velocidades, pues reducirá el consumo con seguridad. El primer Smart que tuve (cuando apareció, en 1999), era automático (todos lo han sido, salvo ahora, que por primera vez también es manual) con ese número de marchas. Tres años después, al comprarme el segundo, le habían quitado una marcha (supongo que para abaratar costes), aumentando el consumo y perdiendo dinamismo y alegría.
La dirección, con asistencia eléctrica y desmultiplicación variable, está a la altura, guiando al Smart con precisión, si bien en las maniobras en parado (aparcamiento) la asistencia se reduce, obligándonos hacer más fuerza. Los frenos, discos delante y tambores atrás, trabajan correctamente.
Motor de 71 CV, alegre y vigoroso
El motor del Smart probado es el tres cilindros (todos lo son, el que nos ocupa, atmosférico, y turbo el de 90 CV (desde 13.250 euros), también de gasolina) de 71 CV, un propulsor que se mueve perfectamente en ciudad, responde, es alegre y vigoroso, si bien en carretera se queda algo corto en los adelantamientos y en las subidas. El anterior al actual que tengo, era este mismo propulsor, de 71 CV, con el que un verano me fui a Cádiz. Pie derecho a fondo sin levantarlo hasta llegar a la ciudad andaluza (y en la entrada de las gasolineras, claro) y llaneando y bajando, perfecto, llegando a los 140 km/h, pero en las cuestas perdía algo de fuelle. El que tengo es el de 84 CV, y va de maravilla, manteniendo la velocidad sin importarle el perfil de la carretera. Y me pregunto, si el mío es un tiro, ¿cómo irá el actual de 90 CV? Habrá que probarlo. En cuanto al consumo medio que dio en la prueba, 4,9 l/100 km. ¡Perfecto!
Pon un Smart en tu vida, no te arrepentirás
Con tres acabados, Passion, Prime y Proxy, el Smart tiene un equipamiento de serie muy completo, con control de estabilidad (que ya llevaba el anterior), aire acondicionado, cierre centralizado con mando, luces diurnas de led, control de velocidad y ordenador de viaje antes citados, y elevalunas eléctricos, pudiéndolo enriquecer con cámara de marcha atrás y detectores acústicos, reloj y cuentarrevoluciones, paquete deportivo, confort, etc.
Con un precio que parte de 11.950 euros, este nuevo modelo será, a buen seguro, mi séptimo Smart, porque me ha gustado, supera al que tengo, sobre todo en comportamiento y agilidad, y también por su estética, pues gustándome el mío, este está más conseguido, notándose su evolución, tanto el exterior como el habitáculo. Pero me compraré el de 91 CV, porque cuando acelero me gusta respuesta y si el mío, que tiene 84 CV, la tiene, me imagino la que tendrá el nuevo. Pero reconozco que pocos tienen un Smart como vehículo para todo, ciudad y carretera. Lo lógico es que se tenga el ‘pequeñín’ para callejear y uno grande para viajar, por lo que el de 71 CV es el ideal. ¡Pon un Smart en tu vida, no te arrepentirás!
José Mª Alegre
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