
Km Solidarity, la mayor ONG motera de España, ha vuelto a recorrer el país con su ruta solidaria “En busca de la sonrisa perdida”. En su octava edición, los moteros, además de donar alimentos, visitaron centros de atención a personas con discapacidad en Galicia, Asturias y Cantabria, dejando a su paso un rastro de sonrisas, inclusión y esperanza.
Salida de Logroño: motores encendidos y corazones preparados
Frente al Palacio de los Deportes de Logroño, el aire olía a gasolina y emoción. La caravana de Km Solidarity, la mayor ONG motera de España, junto con los muchos moteros que la acompañarían hasta la salida de la ciudad, se preparaba para iniciar una nueva edición —la octava— de “En busca de la sonrisa perdida”. En su 15º aniversario, la ilusión sigue siendo la misma que el primer día.
Las BMW relucen bajo el sol riojano: Eduardo San Vicente (R 1250 GS ADV), presidente de la ONG, Ismael Santamaría (R 1250 GS), Rodrigo Sánchez (R 1250 GS ADV) y Martín Viribay (R 1250 RT), forman el grupo de las motos. Yo me uno con mi F 850 GS, cámara al cuello y corazón dispuesto. En el coche de apoyo, un BMW IX xDrive45 cien por cien eléctrico, cedido por Autoberón, viajan José Rodríguez, Jesús Vicario y Candi Díez.
Antes de salir, la concejal de Servicios Sociales, Patricia Sainz, y el presidente de Logroño Deporte, Francisco Iglesias, cortan la cinta. Y Marc, un chaval que sueña con emular a su tocayo Márquez, nos regala una exhibición sobre su mini moto que arranca los aplausos de todos. No hay mejor forma de empezar: un infante sonriendo y un grupo de adultos a punto de llevar más sonrisas como la suya.
Rumbo a Galicia: kilómetros y recuerdos
Con la Policía Local escoltándonos hasta los confines de la capital riojana, los motores suenan al unísono. Dejamos atrás Logroño rumbo a Galicia. Por delante, una semana de viaje y cerca de 2.000 km de ruta. En la carretera, el paisaje se convierte en un espejo del viaje interior: curvas, túneles, viento en la cara y un hilo de pensamientos que se entrelazan con el sonido constante del motor.
Solo una cosa cambia respecto a otras ediciones y es el olor a quemado, al paso por tierras leonesas, que aún desprenden los montes arrasados por los incendios del verano. Es una herida abierta que nos acompaña un sinfín de kilómetros, también a rodando por Galicia. “La nota negativa del viaje”, dice San Vicente por el intercomunicador. Tiene razón: la desolación es total. Aun así, seguimos adelante. La ruta también es un homenaje a la vida.
Los moteros de Km Solidarity —y yo mismo— hacen gala de ir en moto bien equipados. Firmada por Dainese, la equipación incluye el traje de cordura, botas altas, airbag electrónico y casco AGV. Como explica el presidente, “nuestro objetivo es concienciar al colectivo motero sobre la necesidad de circular siempre bien equipados, garantizando así la máxima protección y preservando lo más valioso: la vida”. La solidaridad no está reñida con la seguridad.
Hacemos una parada especial en Congostro, en Orense, el pueblo natal de José, el más veterano del grupo, que se emociona al contarnos cómo creció en esas calles y parajes que siguen conservando la belleza de entonces. Es un momento de raíces y memoria. Porque en Km Solidarity, además de solidaridad, hay sentimientos, amistad y la certeza de que todos necesitamos volver alguna vez al origen.
Aspronaga: donde nacen las sonrisas
Tras pasar la noche en la Aldea Rural Santo André de Congostro, nuestra primera gran visita es en Oleiros, en el centro Lamastelle de Aspronaga, una entidad que atiende a personas con discapacidad intelectual. Nada más llegar, las motos despiertan expectación. Los usuarios nos esperan con la cara iluminada, como si el ruido del motor fuera una promesa.
La dinámica es la de siempre: alineamos las motos, nos colocamos junto a ellas y ayudamos a cada persona a subirse. Algunos lo hacen solos; otros, necesitan apoyo. Los abrazos, las lágrimas contenidas y las carcajadas llenan el patio. Se les entrega pulseras de la ONG, gominolas y, cómo no, una chocolatada que sabe a celebración.
Pili, la responsable del centro, explica que “estos días son especiales para ellos, viven algo nuevo, se emocionan y lo cuentan en casa mostrando las fotos con entusiasmo”. Y es verdad, porque se les ve en sus miradas y en su alegría.
“Este tipo de acciones demuestran que no hace falta gastar mucho dinero para ayudar a los demás, pequeños gestos pueden hacer pasar grandes momentos a personas que han tenido menos suerte que nosotros”, recalca San Vicente.
De allí, nos trasladamos al otro centro de Aspronaga, en la misma localidad coruñesa, cuyos usuarios son más jóvenes que los recién visitados. El jolgorio se vuelve a repetir, las motos son motivo de ilusión, despertando la pasión en la juventud, posando todos juntos en el patio, imagen que se repetirá en todos los centros
Oviedo: media tonelada de esperanza
La siguiente escala es Oviedo, entregando media tonelada de alimentos no perecederos en la Cocina Económica. Allí nos recibe la hermana Carmen, una mujer menuda y enérgica, con una frase que debería estar esculpida en mármol: “Dios viene de manera sorpresiva, hasta en moto desde Logroño”.
Para demostrar su gratitud, se sube a una de las BMW permitiendo que la fotografíe junto a los moteros.
Por la tarde, nos vemos con Elsi Rider, mi ‘WikiWoman’ favorita, que cruzó Irán sola en moto, como así consta en Wikipedia, de ahí el apodo. —Su aventura más reciente, recorrer Australia en moto también durante tres meses—. Caminamos por la ciudad que tan bien conoce mientras hablamos de viajes y proyectos. Oviedo, elegante y acogedora, nos ofrece una pausa antes de seguir.
Cangas de Onís: la emoción madura
A la mañana siguiente, nos dirigimos a Cangas de Onís, donde nos espera la Asociación Emburria, integrada en la federación Plena Inclusión. Allí, los usuarios son mayores, pero la ilusión tiene la misma intensidad. Las motos entran en el recinto y la escena es un remake de las anteriores: manos que acarician los depósitos, sonrisas que se abren, ojos que brillan, mentes que sueñan.
San Vicente reconoce que “en muchos centros nos llevamos nosotros más sonrisas que las que hemos llevado, hay usuarios que nos dan lecciones de vida y superación, esto hace que cada año hagamos la ruta con más ilusión”.
Gala, responsable de Responsabilidad Social Corporativa, nos recibe con una energía contagiosa. “La visita de Km Solidarity forma parte de nuestros programas de inclusión. Es un día distinto, de alegría y contacto humano”, asegura.
La moto, pienso, tiene algo de universal: su sonido rompe el silencio y su presencia acorta distancias. Es libertad, es símbolo, es también terapia.
Comillas: Gaudí y la pausa necesaria
Esa tarde llegamos a Comillas, en Cantabria. Allí visitamos El Capricho de Gaudí, una joya modernista que parece un sueño en cerámica, girasoles y luz. Mientras recorro sus pasillos, me maravilla cómo Antoni Gaudí supo convertir la naturaleza en arte, igual que Km Solidarity intenta convertir los kilómetros en sonrisas.
Por la noche, la cena es más que un simple final del día: es un repaso colectivo de lo vivido. Comentamos cada parada, las caras, las anécdotas, las risas. Es nuestra forma de procesar lo sentido, de poner en palabras la emoción que se acumula tras cada encuentro. Y también de agradecer a la vida por permitirnos experimentar esto.
Ampros, Santander: el broche perfecto
Nuestra última parada es en Ampros, en Santander, el centro más grande que visitamos. Nos reciben más de un centenar de usuarios y un equipo de profesionales entregados. Luisa, su portavoz, afirma que “la visita de Km Solidarity les permite sentirse incluidos, visibles, partícipes de la sociedad”.
Recorremos los talleres donde fabrican objetos de madera: allí hacen las pequeñas motos que la ONG entrega como reconocimiento a quienes apoyan su labor. Es un detalle simbólico, pero de enorme valor emocional. Galardones que el 27 de este mes de noviembre estarán presentes en la comida solidaria anual que Km Solidarity celebrará en Madrid y en la que nombrará Embajador a Fernando Riaño y Socia de Honor a Irene Villa, dos ejemplos de superación.
Cuando todos salen al patio, la escena es indescriptible (foto de apertura): colas para subirse a las motos, carcajadas, selfis, abrazos. Algunos no quieren bajarse. Y nosotros somos testigos de su disfrute.
Luisa nos recuerda algo esencial: “Las personas con discapacidad son ciudadanos de pleno derecho. Solo necesitan apoyos para llegar donde los demás llegamos”. Una declaración para no olvidar.
La sonrisa encontrada
La octava edición de “En busca de la sonrisa perdida” llega a su fin. Los riojanos regresan a Logroño con el cuerpo cansado, pero el alma encendida. Hemos recorrido tres comunidades, donado alimentos, compartido tiempo y recogido emociones que valen más que cualquier premio.
“Para nosotros ha sido la mejor ruta que hemos organizado, la gran implicación de los centros de personas con discapacidad intelectual que hemos visitado ha dado como ejemplo unas jornadas emotivas y de reparto de ilusión a los usuarios”, concluye San Vicente con evidente satisfacción y alegría.
Mientras conduzco hacia Madrid, repaso mentalmente las caras de quienes conocimos. Sonrío solo en la carretera. Me doy cuenta de que cada parada ha sido una lección de humildad y humanidad.
Las sonrisas que Km Solidarity fue a buscar no estaban perdidas. Solo esperaban que alguien las encontrara.
Texto y fotos: José Mª Alegre
Km Solidarity:
Patrocinadores platino: BMW Motorrad España, Dainese, Arag, Eurolloyds, Km Cero
Patrocinadores oro: Continental, Grupo Galilea, Sommos Hoteles, Atlantis
Colaboradores: La Rioja, Logroño Deporte y Huesca La Magia
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