En verano es muy necesario realizar un correcto mantenimiento de los cristales del vehículo: es cuando es más difícil mantener limpio el parabrisas y las temperaturas y otros factores hacen que los cristales sufran mucho. Muchos realizarán este verano su primer gran viaje tras la pandemia y es importante para la seguridad mantenerlos en buen estado.
El 90% de la información que recibimos al conducir nos llega por la vista. Y el parabrisas también aloja los sensores de los sistemas ADAS de seguridad, que son los “ojos” del sistema de asistencia al conductor como la alerta de cambio de carril o de la frenada de emergencia, entre otros muchos. Además, en verano e invierno es cuando más parabrisas se rompen: las temperaturas extremas y las diferencias térmicas generan grandes tensiones en los cristales, que pueden convertir un pequeño impacto –fácilmente reparable en cualquier taller de Carglass– en una rotura irreparable y que puede arruinarnos el viaje.
Carglass España transmite trucos y consejos básicos para conducir con más seguridad y que los cristales de nuestro coche no nos den problemas en vacaciones.
En verano e invierno es cuando más parabrisas se rompen. Las temperaturas extremas y las diferencias térmicas pueden favorecer que un pequeño impacto de sencilla reparación se convierta en una rotura irreparable o que un parabrisas dañado acabe rajándose en el peor momento. Si el parabrisas ha sufrido un impacto hay que acudir al taller lo antes posible. Carglass recomienda reparar el parabrisas, siempre que sea posible, antes que sustituirlo. Un parabrisas reparado recupera el 100 por ciento de sus condiciones y rigidez original, lo que se ha demostrado en numerosos estudios independientes.
Es una creencia errónea pensar que las escobillas de los limpiaparabrisas de cambian cuando llegan las lluvias, tras haberse “secado” en verano con el calor. Las escobillas hay que cambiarlas cuando agotan su vida útil, sea la época del año que sea. Un barrido con el parabrisas lleno de polvo e insectos y unas escobillas desgastadas son sinónimo de quedarnos a ciegas al volante.
En verano hay que estar muy atentos a su nivel, porque lo usamos más que nunca por el polvo y los insectos. Esto hace que se gaste rápido y podamos quedarnos sin él justo cuando más lo necesitemos.
En esta época del año muchos insectos acaban estampados contra el parabrisas. Hay que usar los limpiaparabrisas con regularidad para no comprometer la visibilidad, evitar que los restos de los insectos se sequen y dañar las escobillas. Y si esto no es suficiente, hay que parar en una estación de servicio para limpiar el parabrisas a fondo.
La sequedad, elevadas temperaturas y los vientos procedentes de África hacen que en verano se levante más polvo y arena. Además, las grietas del asfalto se dilatan por el calor y en ellas se acumula polvo, que los automóviles levantan a su paso. Este polvo se adhiere a los cristales y reduce nuestra visión. Hay que elegir bien cuándo usar los limpiaparabrisas para limpiarlo, porque el barro que se forma en el parabrisas y los reflejos de la luz nos dejarán a ciegas unos segundos, efecto que se intensifica con unas escobillas en mal estado.
Por otro lado, los coches estacionados cerca la playa suelen acabar cubiertos por una fina capa de polvo y arena. Al salir de la playa no hay que activar los limpiaparabrisas, ni tampoco los elevalunas, que podrían dañarse y rayar los cristales. La respuesta de manual sería limpiar el coche con aire y agua a presión, algo que en el mundo real es casi imposible de hacer. Lo que sí se puede hacer es llevar en el coche una garrafa llena de agua, para retirar la mayor parte de la arena de los cristales y conducir con seguridad antes de acometer una limpieza más profunda.
Usar los limpiaparabrisas con líquido con el cristal sucio y cuando llevamos el sol de cara no es una buena idea: durante un largo instante no veremos casi nada y a 120 km/h recorremos más de 30 metros por segundo. Este efecto se acentúa, en gravedad y tiempo, con unas escobillas desgastadas.
Aunque pueda parecer que un ‘chaparrón’ ocasional sirve para limpiar el parabrisas, en muchas ocasiones lo ensucia más. Por un lado, el coche suele acumular polvo que tarda en limpiarse con la lluvia y, por otro, las nubes también suelen estar cargadas de polvo en esas fechas. Además, las primeras lluvias en verano tras muchos días de sequía suelen provocar un asfalto muy resbaladizo por el barrillo que se forma al mojarse el polvo acumulado en sus grietas.
La sombra de un árbol es un lugar idílico para aparcar en verano. Pero puede traer malas consecuencias, en forma de excrementos de pájaros, frutos maduros y resinas pegajosas sobre nuestro parabrisas, elementos todos ellos difíciles de limpiar.
Para limpiar bien los cristales en casa podemos humedecer una toalla con agua y algún jabón o producto de limpieza doméstico y dejarla actuar durante la noche. Para manchas muy acusadas, se puede utilizar un poco de bicarbonato de sodio en un paño de microfibra.
El producto repelente de lluvia para el parabrisas que Carglass comercializa es muy útil en verano, pues consigue que los insectos y la suciedad se adhieran menos al cristal, facilitando su limpieza.
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