Más allá del casco, hay todo un universo de protecciones que pueden marcar la diferencia entre una caída y una tragedia. La Dirección General de Tráfico recuerda que el 50% de las lesiones graves en moto podrían evitarse con el equipamiento adecuado. Espalderas, airbags, guantes o protectores pectorales no son accesorios: son barreras silenciosas que, bien usadas, salvan vidas.
El silencio del asfalto no perdona
Cada vez que un motorista arranca su moto, inicia un pacto tácito con el riesgo. Lo sabe, lo acepta. Pero también sabe que la diferencia entre volver a casa o no hacerlo puede depender de milímetros de espuma, carbono o cuero. En las curvas de la vida, las protecciones no son un capricho, sino una segunda piel que resiste donde la carne cede.
La Dirección General de Tráfico no se anda con rodeos: si todos los motoristas llevaran protecciones adecuadas, la mitad de las lesiones graves se evitarían. Y en un año en que ya han fallecido más de 80 motoristas en vías interurbanas, esa cifra resuena como una sirena de alarma.
Imagen: Motocard
Motocard, líder en la distribución de la equipación de moto a nivel europeo, presenta las principales protecciones que todo motorista debería considerar.
Más allá del casco
El casco es el centinela incuestionable de la seguridad. Pero no es el único. Hay un ejército de protecciones silenciosas, invisibles para muchos, que cumplen su función cuando todo lo demás falla. Las espalderas y los protectores pectorales, por ejemplo, pueden evitar fracturas espinales o impactos torácicos fatales. Los hay rígidos, blandos, integrados en chaquetas o monos, ventilados para el verano. Pero todos comparten una misión: interponerse entre el cuerpo y la tragedia.
Articulaciones blindadas
Rodilleras, coderas, hombreras… Las articulaciones, esas bisagras del cuerpo, son puntos vulnerables en toda caída. Protegiéndolas no solo se evita el dolor, sino que se preserva la autonomía, la capacidad de volver a caminar, a abrazar, a escribir. Estas piezas, homologadas bajo normas CE o EN, deben ajustarse como un guante, porque un milímetro suelto puede ser un centímetro de fractura.
El arte de caer bien
Paradójicamente, el verdadero arte de conducir una moto está en saber cómo caer. Y ahí, los guantes son protagonistas silenciosos. Las manos, por reflejo, siempre buscan el suelo. Guantes reforzados, con deslizaderas, con nudillos blindados, son escudos ante la abrasión y la fractura. Marcas como Dainese o Alpinestars han elevado esta protección a ciencia y arte.
El milagro inflable
El sistema de airbag es el gran salto tecnológico. Chalecos que, en fracciones de segundo, se inflan como un ángel de la guarda. Proteger cuello, espalda y pecho en un impacto puede marcar la diferencia entre una contusión y una silla de ruedas. Son dispositivos inteligentes, como el Tech-Air o el Hit-Air, que detectan la caída antes de que el cuerpo toque el suelo.
Protección es prevención
Quizá no se pueda evitar cada caída, pero sí se puede decidir cómo se cae. Cada protección es una elección: la de valorar la vida propia. Porque, en moto, la distancia entre una historia que se cuenta y una que se llora se mide en capas. Y cuantas más y de mayor calidad, mejor.
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