Según el 15º Barómetro de la Fundación VINCI Autoroutes, los españoles comienzan a dejar atrás conductas peligrosas al volante. Aunque persisten ciertas malas prácticas, se observa una tendencia hacia una conducción más relajada y consciente. El miedo al comportamiento agresivo de los demás y el uso del móvil siguen siendo desafíos.
¿Una nueva era al volante?
¿Y si los españoles estuvieran cambiando de marcha no solo en la carretera, sino también en su actitud? El último Barómetro de la Fundación VINCI Autoroutes lanza una idea esperanzadora: los conductores de España parecen estar reduciendo su agresividad y mejorando ciertas prácticas al conducir. Como si, poco a poco, se pasara del rugido del motor al susurro de la razón.
Las cifras que hablan del cambio
Los datos del barómetro, elaborado por Ipsos a partir de 12.403 encuestas en once países, ofrecen claroscuros. Por un lado, el 50% de los encuestados admite insultar a otros conductores y un inquietante 21% ha llegado a bajarse del coche para enfrentarse a otro. Sin embargo, la tendencia general es de leve mejora: disminuye el uso del móvil al volante, y ciertas infracciones como circular por el carril central sin necesidad o adelantar por la derecha siguen siendo frecuentes, pero comienzan a cuestionarse socialmente.
El peligro del cansancio y la mente ausente
El enemigo silencioso es la somnolencia. Un 24% conduce a pesar de sentirse cansado, y un alarmante 38% ha sentido que cabeceaba al volante. Más allá del sueño, el 67% confiesa que su atención se dispersa con facilidad, lo que transforma cada viaje en una ruleta rusa de distracción y reflejos tardíos.
El móvil: enemigo íntimo
Pese a la mejora, el 65% de los conductores españoles aún manipula el teléfono o el GPS mientras conduce. El 50% habla por teléfono, muchos mediante sistemas de manos libres, que no disipan del todo el riesgo. La pantalla brilla más que los retrovisores y convierte cada trayecto en una trampa digital.
Una oportunidad para cambiar el rumbo
Que el 87% de los conductores tema la agresividad ajena es una señal de alarma, pero también un punto de partida. La conducción, al fin y al cabo, no solo refleja la prisa, sino también el estado emocional de una sociedad. Tal vez el espejo retrovisor ya no muestre solo el pasado, sino una posibilidad de futuro más cívico, donde el volante no sea un arma, sino una brújula hacia una convivencia más segura.
Datos Barómetro de Vinci Autoroutes
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